El celo por la observancia más estricta de la Regla de San Benito, que rechaza todo aquello que es superfluo, hizo nacer en el siglo XI un movimiento de renovación monástica que se mostraba en contra de la riqueza y de cierto refinamiento de vida que habían adquirido algunos monasterios. La necesidad de recuperar la figura del monje como persona dedicada a la oración, al trabajo y el ocogimiento de los peregrinos, desembocó en el nacimiento de la orden del Císter.
A partir de la figura de San Bernardo de Claravall la orden monástica de los cistercienses se extendió por toda Europa. Los soberanos catalano-aragoneses confiaron a los monjes la fundación de grandes centros, dotados de abundantes terrenos agrícolas que dieron vida a la economía y demografía de los nuevos erritorios. En Cataluña se Establecieron en Poblet, Santes Creus y Vallbona de les Monges, de manera que respondieron a la necesidad de colonizar las tierras conquistadas a los Sarracenos, despobladas y yermas, situadas en la Cataluña nueva.
Los monasterios se levantaban arquitectónicamente siguiendo con rigor el espíritu de las comunidades que los habitaron y las reglas estrictas que los presidieron. Rodeando el núcleo central monástico, se levantaron locales de tipo administrativo, hospitales, capillas para nobles o servidores del monasterio, casas para artesanos y para las tierras de los alrededores se extendían las explotaciones agrícolas y se fundaron granjas. Por este motivo en la agricultura y ganadería fueron unos maestros y por tanto unos grandes promotores del desarrollo social y económico del entorno.
El enlace de los tres monasterios cistercienses a través de la conocida Ruta del Císter, creada el 1989, ha venido a ser un singular atractivo para el turismo de las tres comarcas que ocupa: la Conca de Barberà, el Alt Camp y el Urgell, tierras cargadas de cultura, gastronomía, tradición y patrimonio.
Desde los monasterios, atractivo prinicpal de la oferta, los viajeros pueden visitar los diferentes pueblos y villas de las tres comarcas que conforman la Ruta del Císter, con aspectos culturales y tradicionales añadidos y que ofrecen la grandiosidad de un pasado y la humildad de un presente que se escribe cada día.
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